martes, 24 de agosto de 2004

Mundo teletubbie

¿Se puede ser profundamente feliz un día y al siguiente sentirte asquerosamente infeliz? Mientras le mandaba un mail a mi hermana contándole lo desgraciada que me siento me llegó la respuesta a otro que envíe ayer a una amiga, en el cual le brindaba una generosa disertación sobre la belleza de la vida y otras linduras por el estilo.
Y eso me puso a pensar…
Aunque siempre pienso, mucho, inundada por mis verborreas mentales, absolutamente vencida ante el bullicio de mis cavilaciones. Pero la cosa es que me puso a pensar sobre lo que pensaba…
¿Es frágil la línea que separa la felicidad de la infelicidad o somos nosotros los que pasamos de un lado al otro con frágil y volátil andar? De cualquier forma es tenue, se enrosca, es elástica, y pese a los miles de años que llevamos poblando la tierra aún no sabemos permanecer de un solo lado. No sabemos ser felices.
Ya, esa frase sonó horrible. Rancia. Ni la sombra de lo que quiero decir. Como si fuera de un vomitivo libro de autoayuda. Pero me da igual, estoy apestada con el mundo así que… que quede como sea. Además mi amigo Hipólito me previno de mi misma cuando me subió a este extraño carro bloglegórico: “sácate el Cervantes de la cabeza”, fueron sus sabias palabras. Así que me lo saco. Y escribo frases espantosas que le sonarían cliché al mismísimo Paulo Coelho.
Brrrrrr!!!
No sabemos ser felices.

Segunda parte:
Por qué soy tan feliz. Por qué soy tan infeliz.


Todo empezó el sábado. Luego de semanas de improductividad, vegetación e inercia quedé de juntarme con mi amiga Nadia que andaba en París, la que además de ostentar la categoría de ser humano (algo que no había visto como en 1 semana) me cae muy pero que muy la raja y había quedado de darme las fotos que sacó en nuestro viaje a Marruecos. El día estuvo exquisito, el clima perfecto y la conversación animada, relajada y sustanciosa. Celebramos por los viejos tiempos y nos tomamos unas copitas. Terminamos en un bar que está cerca de su casa y de ahí partimos –vaso en mano- a la comodidad de su sillón, la risa de unos porritos y los placeres de una cama blanda y calentita.
Bonito, entretenido y buena onda todo. A la mañana siguiente más de lo mismo, y luego una larga caminata hasta mi casa en la cual tomé conciencia de la buena calidad del aire madrileño (téngase en cuenta el punto de comparación) y de la comodidad de mis zapatillas… otro deleite.

Por la tarde venía llegando a la casa y tenía 2 mensajes en el contestador: mi madre y un amigo de Valparaíso que viaja por estos lados. Luego me pilla mi amigo Ismael pa’ ir al cine. La película era horrenda (acá se llamó Las mujeres perfectas) pero eso nos esperábamos, la vimos porque no daban otra cosa a esa hora y en todo caso no andabamos buscando candidatos al Óscar, sino relajarnos un rato. Estuvo bien para vaciar la mente. Después a un parque, ya de noche, mucha gente y muy buena vibra. La idea era conversar “un ratito”, y terminamos hablando hasta por los codos, sin darnos ni cuenta de la hora, muertos de la risa o intercambiando sesudas reflexiones de la vida, totalmente iluminados, descifrando los grandes misterios del universo y de nuestras existencias y también de las ajenas… uy, cuántas orejas rojas.

La cosa es que llegué a mi casa feliz como Barney. Agradecida por los amigos que tengo, por los placeres simples, por el pedazo de melón que me esperaba en el refrigerador. Y así me dormí…

Hoy se supone que tenía que ser aún mejor. Tenía una entrevista de trabajo, todo un acontecimiento, así que partí de punta en blanco, encomendada a todos los santos existentes, los duendes, el espíritu de la vida, Buda y cualquiera que pudiera echar una manito. Pero la cosa terminó como siempre. Al concertar la cita me preguntan si tengo papeles, digo que no. Me llaman igual, voy, llego, hablo, me promociono y me estreso, y al final, después de más encima hacerme esperar, me vuelven a preguntar por los papeles y me dicen que sin ellos –aló, hola, plop, pensé que eso ya estaba hablado- no me pueden dar el trabajo. Nada, sólo me queda irme mascullando para mis adentros ¡JODER, COÑO, ME CAGO EN LA HOSTIA!!! (Bueno, eso no, más bien mierda, chucha, puta la huevá, pero a que suena divertido…)
Bueno, de ahí al derrumbe un paso aún más pequeño que el valor literario y existencial del Alquimista… De quedarse acá por la vía legal, ni pensarlo. José Mari (Aznar pa’ los despistados) lo dejó todo muy bien armadito, y la única manera de obtener una visa de trabajo es teniendo un contrato en la mano antes de viajar, o sea, el colmo de lo ridículo porque quien te va a querer contratar para nada si vives en otro país y ni siquiera puedes ir a una entrevista de trabajo... además parece que el empleador tiene que demostrar que tu eres mas apto que cualquier español para el trabajo que te ofrece, onda el super capo de los capos...
O sea, un asco
Y además no es ni seguro, nada es seguro, no hay donde averiguar nada, en internet la informacion es confusa y los sitios que tienen las cosas mas claras cobran como 200 euros x darla, y ni siquiera me fio mucho de ellos. Alguien me dio una dirección de donde había ido hace un par de años a buscar unos formularios pa' hacerle contrato a un amigo y ese lugar no existe, o sea fui y no habia nada de eso, y a la gente que trabajaba en esa oficina que le pregunté me empezó a hablar del famoso contingente...
Pufff
Entonces intenté ordenar el cerebro. Y pensé lo siguiente: No sé que hacer. No sé por donde seguir. No sé a quien mas pedirle ayuda. Me siento desmoralizada, cansada, triste, enrabiada, encuentro que esto es una putada y una injusticia. Necesito trabajar porque o si no me pongo nostálgica, me siento improductiva y me da depresión, además de la razón más obvia de todas... me estoy quedando sin plata. Quiero ver a mi hijo, estar con él, apachurrarlo, agarrarlo de un brazo y meterlo a un avión. Quiero un abracito familiar. Y un Superocho.
Me gustaría tener 5 años y no preocuparme de nada.
O tener mis 28 y un trabajo.
Y un maldito permiso de residencia.
Lo único que sé es que no me quiero ir, no tengo nada a que irme, no tengo ganas de irme ni buenas perspectivas de irme.

Necesito un tío millonario que me deje su herencia, un dueño de diario o revista que de alguna manera maravillosa se entere de mi enorme talento, un amigo en el ministerio del trabajo o del interior que me regale unos papelitos timbrados, un español rendidísimo ante mis encantos... y lo que tengo es angustia pura y dura, porque el tiempo pasa y pasa, mi carné suma años y todo sigue igual...
Necesito dormir. Son las 7 de la mañana, estoy apestada, enredada, desalentada y desvelada.
Pero en una de esas mañana soy feliz de nuevo…

1 Comments:

Blogger Barro said...

Viste Vero?, a eso me refería con las virtudes del blog. Si le hubieras mandado ese texto a cualquier amigo, habrían pensado que te estás muriendo y necesitas ayuda. El blog permite que uno se desahogue, y de paso después uno lee el realto de las propias desgracias y se queda pensando "qué bonito que me salió".
Y si es por buscar ayuda, yo creo que igual sirve. tenís que puro visitar blogs españoles y hacerte famosa como la inmigrante chilena que escribe un blog. Luego El Pais se fija en tí, y te ofrecen una columna, y de ahí a la fama.

3:29 p. m.  

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