viernes, 27 de agosto de 2004

¿A quién le importa Maya?

A veces esto de tener una blog no me gusta tanto. Me empiezo a sentir abrumada de que pasen los días y no tener cosas que contar, o mejor dicho, la inspiración pa’ descubrir qué contar y cómo hacerlo. He ahí la pregunta del millón de dólares: ¿qué amerita el tiempo y el esfuerzo y qué no? Hoy entró una abeja por mi ventana, aunque dudo que eso le resulte muy interesante a alguien. Sin embargo, durante el rato que me demoré en sacarla de mi casa la abeja fue todo lo que existía para mí, y todos mis sentidos estaban pendientes de ella, que me miraba desde su mundo abejil invitándome a fundirme con ella en una confraternidad abejopersona que lo inundaba todo.
Puede ser que las abejas sean más importantes para nuestra existencia de lo que creemos. No sé, tal vez me he puesto nostálgica porque he visto muchas veces en la tele a la abeja Maya, que parece estar ahí especialmente para que yo la vea, para sacar de la tumba tiempos de la infancia que cada vez van quedando más atrás, más olvidados. Estoy que me compro el DVD que promociona la propaganda, 2,95€ con revista incluída. Un precio bastante módico para un pasaje a tiempos mejores...

Bueno, el que esté acá hablando de abejas no significa que no hayan pasado otras cosas en mi vida desde mi último pataleo-derrumbe existencial. El devenir ontológico sigue y me voy agarrando de pequeñas y no tan pequeñas cosillas que me van sacando de la abulia. Y seguramente si me esforzara, podría complacer a mis seguidores con asuntos más sesudos que un insecto que puede morir en cualquier momento sin que nadie lo llore. Trato de hacerlo, y entonces recuerdo que no tengo seguidores, que ni yo misma sé para dónde seguirme, que seguramente el mundo no va a cambiar aunque plasme maravillosas frases en estas líneas así que no vale la pena estresarme, y, que después de todo, no está tan mal hablar de abejas alguna vez en la vida.


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