jueves, 9 de septiembre de 2004

“Te quiero amigui” (o el impenetrable club de la Pequeña Lúlú)

Día nuevo, Vero nueva. Esa es la idea. Este es el momento. Renovación total y toda la disposición síquico-astral necesaria para empezar mi nueva vida. Así que vamos con el paso uno. El principio del cambio.

Para comenzar lo que se supone que será la etapa “Oh, que entretenido, cuantas cosas apasionantes que pasan en mi vida”, partí con el rollo del cambio externo. Así que manos a la obra, le pegué un telefonazo a la Ale, a quién no veía hace siglos, y nos pusimos a despaturrar mi pieza. Luego de 3 horas de sudar con muy poca elegancia (yo me acordaba de los juegos olímpicos mientras le pedía a mis manos y piernas que dejaran de tiritar, en un último esfuerzo por mover mi mastodóntico armario) ya tenía otra distribución de muebles y kilos y kilos de cachureos (cachivaches pa’ los que no sepan) tirados en el suelo. Dios, va a ser que mi madre tiene razón cuando dice que guardo todas las tonterías que caen en mis manos y acumulo y acumulo cosas.

Bueno, no digamos que la Ale ayudó mucho. Más bien se tragó el almuerzo y luego se sentó en el suelo a disfrutar con mi etapa Rocky. Pero me entretuvo bastante con su conversación, que fue de esas buenas buenas. Igual que anteayer, con Nadia, que se pasó después del trabajo a dejarme un cerro de currículums que me imprimió en la oficina. Dios bendiga su fe, si tengo que entregar esa ruma de papeles me van a salir telarañas antes de terminar… y su sentido del humor, que me ha hecho tanto bien en este tiempo. Después de haber pasado tantas horas con “mis muchachos” de la escuela, de haber compartido eternas maratones de cine y atracones alimenticios con Pau y Timón, colándome sin escrúpulos en su club de machos peludos, después de las larguísimas sesiones existencialistas que me he mandado con Ismael y de vivir con Ernesto por más de medio año en los mismos 40 m2, como que reconforta volver a refugiarse en la compañía de otras féminas. Porque vamos a ver, una puede tener mucha confianza con un chico, pero difícilmente se va a sentar a reírse de lo peor de sí misma con la misma franqueza que con una amiga, mientras se arranca los pelos de la cara con una pinza oxidada.

Una vez le hice a un amigo una confesión. Le dije que estando con un ex novio, algunas veces jugaba a imaginarme que estaba con otro amigo, el cuál tenía un encanto medio oscuro que me traía de cabeza, aunque no me interesaba ser su pareja ni nada, a lo más darle por ahí un agarroncito mental o algo un poquitín mas sustancioso. Nunca tuvimos nada fuera de los confines de la imaginación, pero eso no me libró de recibir la mirada de profundo desprecio de mi amigo, como si de pronto yo fuera un bicho más repugnante que Gregorio Samsa en pleno proceso de putrefacción (con manzana incrustada en la espalda y todo).

La amistad entre chicas es menos estresante en ese sentido, te puedes mostrar más perversilla y hablar con más desparpajo, sin esa especie de pudor inevitable que conlleva el no compartir los mismos cromosomas. O en buen castellano, que no es necesario “hacerse la señorita”. Y es que entre chicas se puede comer con la boca abierta.

No me imagino contándole a un amigo todas las cosas que le he contado a Nadia o a Rebeca (muchas veces por el simple placer de escandalizarla, debo reconocerlo), por hablar de algunas amigas de acá. Tampoco me imagino hablando pestes con un lenguaje nada elegante sobre las novias de mi ex y mostrando los más profundos rincones de mi odio celoso, como tantas veces hice con la Isi mientras aplanábamos las calles de Santiago en su manzanita verde. Es que la negrura hay que tirarla para afuera para que no ahogue, pero parece que eso sólo puede hacerse en frente de quienes la experimentan igual que uno.

¿Conversaciones subidas de tono? Sí, con amigos las he tenido, pero siempre hasta cierto punto, siempre hay un Pepito Grillo que me dice “no te pases de esto” y no recuerdo haber sido tan francamente “guarra” como lo he sido hablando con la Javi, mi amiga flautista, o en mis eternos intercambios de confidencias orgánicosexuales con la dulce Joey Potter, desparramadas en mi cama y con todas las neuronas en estado de flotación. Y para que hablar de la Pili, mi roomy de siempre, que me conoce tanto que ya ni se toma la molestia de tratar de enderezarme…

Anteayer almorcé con Nadia y hoy con Alejandra. Y en ambos casos sumé arrugas a mi cara, de tanto descojonarme de la risa, y le resté kilos de enrollamiento existencial a mi recalentado cerebro. La receta es fácil, simplemente se consigue conversando sobre cosas intrascendentes, sin preocuparte de que dejen de serlo, y riéndose con total relajo de lo que sea, mientras una hoja de lechuga se asoma coquetamente por entre medio de los dientes.

7 Comments:

Blogger Nutela said...

Verillo tienes toda la razón, es imposible hablar con un hombre (porque esto incluye también a los amigos gays que después igual te dan esa mirada de "tiene cara de santa pero igual es media bitch para sus cosas"), sin que te comience a ver como una depravada, caliente o parecidos. Y es divertido porque ellos lo son todo el rato, pero uno asume eso y no se escandaliza con los comentarios hot-hot-hot que pueden hacer.

Anoche nos juntamos con un montón de amigas a ver varios capítulos de la última temporada de Sex & the city y la verdad es que no hay nada mejor que las amigas para hablar de sexo. De hecho, no hay nada mejor que Sex & the city para aprender a hablar de sexo con las amigas.

12:51 a. m.  
Blogger Polilla said...

Puedo diferir? Puedo pensar lo contrario? Puedo quejarme por el nombre "Pili" que no me gusta porque me acuerdo de la Pili Cortes y no me parece un buen referente?
Pero hablando mas seriamente, y a pesar de que mi ex me lo trato de explicar de todas las formas posibles (una de las razones por la que ahora me refiero a el como mi "ex"), creo que si es posible la amistad profunda, relajada, sin complejos ni comportamientos aprendidos y aprehendidos entre hombres y mujeres. Por la simple razon de que no somos competencia y somos complementarios.
Obviamente debo dejar de lado en esta consideracion el caso excepcional tuyo, pero siento que me es mas facil realcionarme con hombres ya que esos hombres pasan a ser amigos precisamente cuando dejas de verlos como hombres, se entiende? Si no, como muestra un boton; te dice algo el nombre Nino? Te acuerdas de un tal Troy que habia por ahi?
Si algo he aprendido sobre el sexo opuesto y he llegado a comprenderlos mejor - y a aceptarlos - es gracias a las largas conversaciones a calz{on y calzoncillo quitado que hemos sostenido. Metaforicamente, por supuesto.

12:48 a. m.  
Blogger Vero said...

Si dices lo que dices es que no has comprendido nada... claro que es posible la amistad hombre - mujer, yo tengo excelentísimos amigos, pero siempre habrá una diferencia, por sutil que ésta sea, SIEMPRE, aunque sólo se note en un gesto tan tonto como bajarse la polera para que no se asome un rollito... además, esos 2 chicos que mencionas, ¿acaso no pasaron nunca por tus sabanillas??? (y los dos!!! ejem ejem, elegiste flor de ejemplo...)
Y respecto al comentario anterior... querida Sol, discrepo contigo. Precisamente uno de los beneficios de la amistad chica-chica es poder hablar de sexo DE VERDAD, de aquel en el que la postura no siempre queda bonita y no estamos recién duchaditos cada vez que se presenta la oportunidad. Sex and de city, la verdad es que no la veo, pero no me imagino a esas chicas con calzones (bragas) con hoyos o desteñidos, y estoy muy lejos de esos peinados y de esos superzapatos de taco, de megabrivadores con aroma a fresa y y un sueldo que alzanza para irse todos los días de compras y de copas... pa' reirse, sí, dicen que está bien. tal vez debería ver un capitulillo x ahí, a ver si aumento mi glamour...

1:48 a. m.  
Blogger Vero said...

AH, Y PARA QUE LES QUEDE CLARITO A TODOS: NO ACEPTO MÁS QUEJAS POR NOMBRES PUESTOS. ¿QUÉ SE CREEN, QUE EL ASUNTO ES A LA CARTA??? Y MÁS ENCIMA QUE LOS MENCIONAN A LOS PATUDITOS, Y GRRRRRRRRRRRRRRATIS!!!

1:52 a. m.  
Blogger Vero said...

Ah, y por si acaso (ya parece chacota): yo no tengo calzones con hoyos... por ahí habrá alguno desteñido, pero tengo mis límites, jeje...

1:55 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Megabrivadores, eh!

Qué son esos?, vibradores con sabor a breva?

jajajajaj, que me he reído mucho pensando en eso

Amelia (que por amig@s prefiere a los estilistas gay que a las amigas estupendas, mira que ellas sí que se fijan en los "rollos", a menos que sean gorditas tambiém, caso en el cual no se habla de otra cosas que de dietas. Zzzzz)

1:46 p. m.  
Blogger Barro said...

Vero, yo sí entiendo a que te refieres. Simplemente de que uno puede hablar mejor de sexo con sus congéneres. Lástima que los hombres gays o no gays(y la mayoría de los gays no son peluqueros, amiga Amelia) no hablan mucho en detalle de esto para nada.
Jeff sí, Jeff si que hablaba de lo que se diera la gana y el pudor nunca existió.
Barro(I miss Jeff)Quejón

6:12 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home