viernes, 10 de septiembre de 2004

Al que madruga nadie lo ayuda... y se caga de sueño!

Hace más de dos semanas que quedo con Nadia para ir a repartir esos bellos papelitos con mi foto y mis antecedentes académicos y laborales que hace mucho tiempo y en una galaxia muy lejana ayudaron a la hora de conseguir trabajo. Pero siempre postergamos. Porque a ella le salió un plan a última hora. O porque yo no tenía ganas de salir. O porque mi amiga Heidi se puso a tener hijos. O porque los astros dijeron que el día no era recomendable. A fin de cuentas, o porque sí.

Con una simple cosa que hagamos, por pequeña que sea, podemos cambiar todo nuestro destino (¿Cambiarlo por cuál? ¿Y si nuestro destino ineludible no consiste en más cosa que cambiar nuestro destino ineludible?). Como sea, es el famoso efecto mariposa, que obviamente también funciona a la inversa, con aquello que dejamos de hacer: si usted no se pone a trabajar inmediatamente, toda su vida se irá al carajo y terminará vagando por la ciudad, indigente, leproso y medio cojo (Y si además de eso no se abrochara un zapato y no estornudara inmediatamente después, mejor ni hablar de las consecuencias aún más catastróficas que podrían desatarse).


¡Joder, que zuzto!

El mensaje cristiano-occidental que hay detrás de todo esto es que las cosas hay que trabajarlas. Moverse, ponerse las pilas, currársela. Laburar che! O sea, el panorama es más o menos el siguiente: sangre, sudor (ese que sale de su frente cuando se gana el pan, y si quiere algo mejorcito que un vil mendrugo con gusto a nada, mejor ni le digo dónde tiene que sudar) y muchos madrugones. Porque “al que madruga Dios le ayuda”. O algo así.

El problema es que a mí madrugar se me da fatal. Soy especialista en quedarme dormida en los momentos claves de mi vida –mi examen de grado o mi primer día de trabajo, por nombrar sólo algunos-, y si hay algo que me gusta es estirarme y volver a encogerme en la cama hasta que cada pedacito de mi cuerpo está listo para abandonar la deliciosa simbiosis que establezco con el colchón al despertar. Y una vez levantada, si las cosas se dan con calma mejor: un vasito de jugo, un cigarrito, un porrito, hojear el diario, un poco de zapping, tiempo para ducharse haciendo gorgoritos y minutos intrascendentes para no hacer nada, para relajarme mirando por la ventana con el último cigarro antes de salir a la calle. Y esto de salir, sólo si es necesario

(nota: el orden de los factores sí altera el producto).

O sea, si hay que ser una bestia trabajando puedo ser muy bestia, y sé lo que es casi vivir en un diario o pasar varias noches sin dormir por un examen de la U, o porque el Lucas no quería dormir el día después del mismo examen… pero cuando la ocasión no lo amerita, cuando no se requieren mis energías puestas a full en una tarea, cuando nadie sufre o agoniza por mi culpa, me gusta ser floja. Y hasta la médula. No sacarme el pijama en todo el día y no asomar la nariz al sol, preparar comida congelada, hablar relajadamente por teléfono y darmes largos festines de libros o banquetes pixelianos, en una danza perfecta con mi biorritmo de ameba… lo bueno es que me resulta muy fácil salir de esos estados cuando algo me motiva, pero para eso me tiene que resultar entretenido. Cualquier otra opción se transforma en una tortura. La maldición de la mañana sanguinaria.

Hoy tenía que ir a hablar con un tipo que es dueño de unas revistas. A ver si por ahí salía trabajillo. Hace dos días llamó a mi casa para que nos juntáramos, a la 1 de la tarde, y lo primero que me dijo fue “¿estabas durmiendo”? No, le contesté, con una voz de ultratumba que no engañaba a nadie. Luego de conversar un rato (sobre qué no tengo ni idea…) me dijo que lo fuera a ver “por ahí por el viernes”. Sin hora. Y yo, la señorita relax, miss cero rollo mental, pasé 2 días sicopateándome con la idea de haber quedado como un vil topo dormilón.
Así que decidí ir por la mañana a verlo, pa’ demostrarle que soy una chica normal que emerge al mundo a horas normales. No muy temprano eso sí, para no parecer muy desesperada (mmm, ¿sólo por eso?). Tipín 11 era la idea. O 12. Pero antes de que se fuera a almorzar.

Total que me quedé dormida. Me desperté a las 2, de golpe y mirando espantada al despertador. 4 horas después de lo planeado. Algo que hace un par de semanas habría sido considerado madrugón, pero hoy me quedaba fatal. Ya, pero la nueva Vero no se estresa por pequeñeces, así que sólo me torturé hasta el minuto 6 entre el porrito y la revisada rápida del diario (que compra Ernesto mientras yo estoy en mi segundo sueño). Y agregué leche con cereales al desayuno, para salir con el cerebro más alimentadito. Igual tenía que hacer hora hasta después de las 4:00. Los dueños de revistas difícilmente llegan antes que eso de almorzar…

4:00 PM: Salgo de la casa. Me voy caminando porque no es lejos, al lado del congreso de los diputados (Hipólito, antes que preguntes: cerca de la plaza de Cibeles, el Parque del Retiro y el paseo de La Castellana, metro Sevilla, antes de llegar a Sol, derechito por Alcalá). Tiempo normal, 25 minutos. Pero hoy no tengo ganas de caminar. El astro rey está inclemente hoy y yo me siento flotando en la estratosfera, pero al mismo tiempo me pesan las piernas y cada vez que muevo una hay una neurona que me hace sinapsis, mientras mis plantas acusan contacto con la especie de esterilla que tienen mis zapatos por suela. Y tanta información mental me agota. Justo hoy tenía que tener uno de mis días de flojera.

Llegué 10 para las 5. Resultó que el tipo estaba almorzando, así que tenía que volver más tarde. Para esto me levanté a las 2, no hay derecho, tuve el descaro de pensar, y con mi mejor sonrisa pedí un par de revistas para irlas hojeando camino a la plaza. La secretaria, muy simpática ella, me recomendó una cafetería cerca, pero debido a la incertidumbre perversa que aún se cernía sobre mi situación laboral, preferí la económica opción de compartir asiento con los jubilados de la zona. Como a los 40 minutos sonó el cuernófono.

Cuento corto: muy simpático el señor, muy simpática yo, muy linda su revista, muy bueno su currículum, muy tierna la foto de sus hijos, muy interesante el reportaje que me trajo con su buen currículum, muy profundo lo que piensa, mucho gusto bla bla bla pero por ahora las cosas andan flojitas, flojitas… la palabrita del día. Al final quedamos en que me va a tener en cuenta por si necesita a alguien más fijo, y que de todas formas si se me ocurre algún tema interesante se lo proponga, y por ahí si le gusta lo publica (“aunque no podemos pagar mucho eso sízzzzzzzzzzzzzzzzzzz)… vale decir que he pasado a ser colaboradora esporádica de su revista. Poco dinero pero un principio, una oportunidad para ir escalando la starway to heaven. Currársela por uno mismo, los diversos sudores y todo ese rollo. O sea que si me muevo y voy invirtiendo granitos de energía como hormiguita buena y laboriosa, si lo voy tapando de articulillos bellos y concienzudos voy a estar unos pasos más cerca de LA GRAN FELICIDAD, ese bicho que a todos nos pica, atrapándonos con sus cantos de sirena que vomita el paraíso. Aunque en mi caso el nirvana burgués tenga mucho más que ver con una necesidad de estrujar al Lucas hasta que se me olvide que he pasado tanto tiempo sin él, que con un deseo de comprarme un sofá nuevo.

Tampoco es que un sofá nuevo estuviera mal…

Debido a los virus religiosos que se incubaron en mi cuerpo durante tantos años de educación castrólica, a veces me poseen violentas convulsiones si no termino mis post con una especie de enseñanza sabia. Vamos, la cosa esa que va al final de las fábulas. Y como hoy me di cuenta de dos cosas, generosamente las comparto, como trémulas florcillas brotadas de mi alma para ser derramadas por el mundo…

- Si quiere tener dinero (para reunir a una familia, redecorar la casa o para tirarse unas líneas con los amigos, libertad de mercado al fin y al cabo) y no tiene padres millonarios a la vez que generosos donantes, herencia en vista o enamorado de situación prometedora –vale decir, si no tiene sobre quién ejercer de chupasangres-, como tampoco posibilidades de ganar un concurso o convertirse en estrella farandulera, MUEVA EL CULO.

- Eso sí. De no ser necesario (o más placentero que seguir durmiendo)… no lo mueva por las mañanas.

5 Comments:

Blogger isabelicity said...

Meses y meses tirando curriculum. Esperas en filas para conseguir una pega, humillantes entrevistas con jefes de recursos humanos que poco tienen de esa segunda palabra... en fin, la llegada a eso que da la felicidad llamada estabilidad (aunque normalmente cuando uno adjudica momentos de felicidad a algo es cuando eso te saca de tu status quo) pucha que cuesta.
¿Cuándo podremos armar carretes donde la cuota de incorporación sean 5 lucas sin que a nadie le de cargo de conciencia gastar esa plata en divertimento?...
Nos falta todavía... y es apestoso

8:22 p. m.  
Blogger Barro said...

Y sin embargo, la gente que consigue pega y contrato y buen sueldo, se sigue quejando.
Se quejan de que su vida ya está predeterminada, que no tienen libertad, que los compañeros de oficina son unos/as arpías, que bla bla bla.

En Chile no hay opción de que te paguen por estar en paro para que sobrevivas mientras encuentres pega. Ese rol lo cumplen las familias. Y no sé, tal vez no es un sistema tan malo. Se está menos solo.

Por eso me das nervio tú Vero, por eso quiero que te agarren a un manchego ya que se case contigo y te de los beneficios de la península. (mmm, si, esos otros beneficios de la otra península también).

Amenábar habría sido un buen partido, pero bueeeh
(Viste Icha como yo tenía razón?)

Y la cuota de 5 lucas no me parece tanta plata. Claro, es fácil decirlo, ahora que encontré pega.

10:08 p. m.  
Blogger Vero said...

Pues a mí, que no tengo trabajo, me parece menos plata aún... o sea, si hay algo peor que estar deslaburizado, descurrado o, en fin, con la billetera a dieta, es estarlo en un país caro.
Así que sigan gozando de sus carretes de 5 lucas hijos míos, y que Dios los bendiga...

6:41 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

'Así que sigan gozando de sus carretes de 5 lucas hijos míos'

Estás en Madrid. Eso es todo.

8:43 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

¡que bueno saber que hay alguien como yo en el mundo! no estas sola Siona ...
Besos desde Madrid, también ...

10:59 a. m.  

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