lunes, 13 de septiembre de 2004

Operación currículum

Ayer fue un “día Madrid”. De los buenos. De esos que me hacen recordar que estoy acá y agradecer mi pertenencia al grupo de los elegidos, los que se fueron del país no porque los empujó una existencia paupérrima sino que una picazón en el cuerpo, los que quisieron, los porque sí, aunque yo nunca haya soñado con Nueva York ni me quejara de nuestra gente y de su ropa, como decía Jorge González en la canción... En fin, un día de esos que me reconcilian con esta extraña búsqueda de rumbos más interesantes, más ricos culturalmente y todo ese cuento más open mind. Claro, eso no quita que uno se vuelva patriota estando lejos, y anhele a veces salir a caminar por la cintura cósmica del sur, pisar en la región más vegetal del viento y de la luz y sentir al caminar toda la piel de América en la piel y todo el rollo.

Que bonito me ha quedado. Es que estoy inspirada hoy… Jeje.

Pero otros días es como escribió la Pili en un comentario a otro post: “Estoy segura que en un tiempo mas me entenderás, y todas esas horas persiguiendo a Maya, separando la basura, caminando por caminar van a ser topísimos y querrás volver a vivirlos”. Siempre lo digo, ya estoy jodida. Si me quedo, extraño mi Santiago de siempre, el negocio de Miguel con su Coca Cola a 100 pesos, Valparaíso y su caos en colores, los árboles de la esquina de la casa de mi madre, el Tavelli, las marraquetas, el Danky Nogatonga, el Parque Forestal un domingo por la tarde y muchísimas, pero muchísimas otras cosas. Pero si me voy andaré llorando por un buen chorizo o un postre Tartufo, por las 14 líneas de metro y los buses brillantes y olorosos (parecen juguetes de lo bonitos), por Women´secret (el palacio del consumista de ropa interior) y el parque del Retiro, los balcones, la Plaza Mayor, la Fnac con sus miles de libros, los bares de Malasaña y… lo dejo hasta acá, porque en este lado de la lista también podría pensar millones de cosas que enumerar. Es más, en este momento sólo se me ocurren tres cosas de Madrid de las cuales prescindiría: la tele, incomentable; los patios interiores, con su desquiciada y desquiciante exhibición de la intimidad y los ruidos corporales de los vecinos (un campo fertilísimo para el estudio de la sicología y la sociología humana en todo caso, pero no recomendable para espíritus sensibles) y EL bocata de tortilla (un vil pan con papa, vamos, por más que Pau se esfuerce en defenderlo).

Bueno, la cosa es que ayer me levanté y me fui donde Rebeca. Estaba triste y yo con ganas de verla y tener una tardecilla para las dos solas, así que me apertreché con artillería “levanta ánimos” -una peli, un vino y cositas para picar- y me fui craneando una estrategia resucitadora por el camino. Llegando a la Plaza de Toros decidí que lo mejor era simplemente escucharla, y agregué unos chocolates al equipo. Estuvimos conversando hasta la noche, cuando me tuve que ir porque había quedado de juntarme con Antonia y Gabriel para ir a un recital. Tocaban unos amigos suyos, también chilenos (Akinetón se llaman) en la Sala Siroco, y la verdad es que estuvieron bastante bien. Muy graciosos e interactivos los muchachos. Una pequeña reunión de compatriotas que vino muy bien para mi primer 11 de septiembre lejos de los titulares con la foto de Pinocho y de las protestas de siempre, encapuchados en el Piedragógico, bombas molotov y pacos dando lumazos con sana energía…

Al final partieron todos a una comida, y aunque estaba invitada y había varios chicos interesantillos en el choclón me tentó más la idea de enfilármelas rumbo a Malasaña, a ver si por ahí pillaba a Nadia en El Alivio. Mucho desconocido con quien socializar, y yo andaba en una onda de más relajo mental. Pero no me acordaba cómo llegar al bar en cuestión, así que finalmente la llamé y nos juntamos en la plaza del 2 de mayo. Estaba con Isolina, su hermano y su primo. Que andaban con ganas de bailar. Y a bailar nos fuimos, al ritmo de unos tambores que tocaba un negro de rastas enormes para hacer olvidar a los asistentes que estaban escuchando música house. Buffff. La cosa se puso buena cuando el negro se puso a tocar los tambores con su polla, pero ya había llegado Julián y partíamos hacia otros rumbos. Después no me acuerdo de qué hicimos, algunas cosas no muy santas probablemente, y al final terminamos en el Déjate Besar, un lugar “muy pijo, muy pijo”, como decía Nadia arrugando la nariz antes de entrar, aunque fue la que mejor se lo pasó de todos, y al final se fue sólo porque cerraron, sin arrugar nada y cantando "vamos a un after hour" a viva voz por tan elegantes barrios.

A las 4 de la tarde me liberé de la bruma etílica hoy. A las 9 había quedado con Nadia para poner en marcha el plan pro empleo. Tiempo suficiente para mi lista de indispensables del domingo: ducha, almuerzo, meditación intrascendental y orden urgente de mi pieza (ay madre, si me parece estarte escuchando… ¿ya pusieron huevos en el gallinero?). Pero hoy la santa mujer habría tenido razón, hay visitas acampando en mi comedor (una amiga de Ernesto que está buscando piso en Madrid), así que la ocasión ameritaba un mínimo de dignidad. Después, caminata hacia los territorios de Nadia, una botella de agua en la mochila y mi viejo sueño erótico de la adolescencia, Anthony Kiedis, susurrando en mi oído su Sir Psycho Sexy: "Deep inside the garden of Eden, standing there with my heart on bleedin, there's a devil in my dick and some demons in my semen". En el trayecto conté 4 parejas gays de la mano, y yo feliz por ellos y feliz por mi amigo Barro, porque cuando venga podrá andar tranquilo por la calle con sus novios, sin mirarle la cara a tanto compatriota amargado, sin preocuparse por estar haciendo un espectáculo con algo tan bello y acá tan exquisitamente cotidiano.


Se acerca Nadia. Plan en marcha...


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Lugar de reunión: la nunca bien ponderada plaza del 2 de mayo (la que se puede apreciar en la bella imagen de arriba. Va x tí Barro!)
Objetivo: ataque curricular a los bares y restaurantes de la zona.
Objetivo adjunto: ataque adhesivo de carteles -promocionando mis buenas artes cuidando niños- a los árboles y postes de la zona.
Gastos de representación: consumo inevitable de líquidos en algunos de los lugares visitados, una posterior visita a El Alivio y como 4 euros repartidos camino a mi casa entre los que pedían en la calle. La felicidad me pone más generosa...
Veredicto: Misión cumplida. Perspectivas promisorias. Hora de dormir.
Buenas noches.

2 Comments:

Blogger Barro said...

Jeje, tanta referencia niña por Dios!. Bonita foto, y tu post, tal como quise leerte desde el principio.
Ahora, $3.200 en limosnas? no te estarás musulmanizando acaso Vero? Te recuerdo que la limosna no es ningún cristiano sacramento.

2:28 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

malegra mucho leerte, con entusiasmo, sin él, con marcha y sin marcha. no sé qué se supone que escriba aquí, te mando un beso. por el momento, en este lugar, la esperanza es sin opción a compra, y mis ojos, llenos de aire.
elianne

1:52 a. m.  

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