viernes, 22 de octubre de 2004

En mi defensa...

Lo sé, lo sé, no he estado muy adicta a la pantalla en estos últimos días, pero es que esto de jugar al proletariado tiene sus inconvenientes y definitivamente la falta de tiempo libre es uno de ellos.

Si pudiera pedir para navidad horas de regalo, eso pediría. Para darme baños de tina, descansar las piernas, ver tele, salir a bailar, ¡dormir!, pensar en la nada, postear una que otra vez sin sentir que le robo minutos a algo urgente… (antes que pregunten: leer un libro, pensar el trabajo de técnicas de escritura narrativa, hacer el trabajo de técnicas de escritura narrativa, prepararme algo para comer -ayer carbonicé mi tercera pizza del mes-, adecentar el desastre de casa que tengo a mi alrededor y contestar como 15 mails pendientes, además de otros detallitos no muy postergables, como hacer la cama, descolgar la ropa que se momifica en los colgadores y botar como 10 kilos de frutas y verduras podridas… y eso que hoy x suerte no tengo clases, aunque con el seminario que voy a hacer empezaré a tenerlas muy lueguito).

Hoy cumplí una semana en mi nuevo trabajo, y ya no tengo susto de mandarme alguna cagada, aunque sí una gran lata por las mañanas. No es el trabajo. Es la rutina. Sé exactamente lo que va a pasar, con pequeñas variaciones. El despertador, el café, el cigarro, la ducha, la ropa, salir, la esquina, el paradero, mirar los autos como pasan, el bus lleno, Alcalá, Goya, la Plaza de Colón (¿quién es ese???), Génova, Sagasta, Carranza, Alberto Aguilera, Argüelles. Bajarse, apoyarse en el poste, esperar a que llegue Félix, entrar. Olor a cuero, a desodorante ambiental, a plástico y quietud. Entrar al baño, dejar el bolso, ponerse ropa de trabajo, mirarse al espejo, salir. Música envasada, la misma de todos los ayeres, algunos minutos para ordenar, limpiar, sacudir, barrer y otros deliciosos menesteres dependiendo del día, hasta que entra uno, entra otro, y de pronto ya se está a full, unas 5 ó 6 miradas por día al reloj en promedio, sonreír, bufar, suspirar, volver a colocar las cosas en su sitio, sacar bolsas, doblar bolsas, poner alarmas, sacar alarmas, mirar con codicia los escalones, pensar en sentarse, alguna arrancadita loca al baño, a veces a darle unas fumaditas pecaminosas a un cigarro (sólo en mis días de temeraria), correr a los almacenes, a la caja, a buscar unos candelabros, a preguntar un código, un precio, un color, un lo que sea. Hora de irse, siempre habrá una hora de irse, pasó otro día. Ponerse la chaqueta, decir chao, cruzar la puerta, sacar la cajetilla, prender el cigarro, sacudir las piernas, cruzar la calle, esperar el bus, tomar el bus. Alberto Aguilera, Carranza, Génova, la Plaza de Colón (¿y ese quién era???), Goya, Alcalá. Luego el momento sándwich, llegar a la casa si no hay nada mas que hacer en el mundo exterior -como conseguir un libro, ir al super, visitar a alguien, trámites y papeleos varios, etc-, prender el compu, cocinar, comer, lavarse los dientes, inhalar, exhalar y a clases.

Sorpresa, se acabó el día.

Sí, pasa rápido. Tiene menos horas de las que solía aparentar. Aunque por otra parte, ésta ha sido una semana laaaaaarga.


8 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y cuando estamos sin pega nos quejamos igual... en la rutina diaria, uno se entretiene con pequeñas batallas ganads, cuando el trabajo no es lo que más te estimula o te mata (o sea, cuando no es tu real vocación). Si eres vendedora, cuando convences a un cliente difícil, si en general atiendes público, cuando ves la mirada de asombro o la sonrisa de un niño, si arreglas un pequeño desperfecto... en fin.
Me agrada tu blog, y aunque pro tiempo no puedas escribir todos los días, lo importante es mantener cierta continuidad, no más. Como dijo Roberto, da algo de pena leer blog que quedaron botados, solos...
¿Qué estudias por allá tan lejos (y tan cerca)?

12:37 a. m.  
Blogger Vero said...

Pues en la Escuela de Humanidades un máster en creación literaria. y en la escuela de la vida de todo un poco...

2:29 a. m.  
Blogger Petruska said...

Animo mujer, estás en el mundo del empleo, mil veces ( o euros) más satisfactorio que el desempleo, je. Sabes, recordé el libro Mano de obra de la Diamela Eltit, ¿lo has leído?

cariños y suerte en madriz. P.

7:46 a. m.  
Blogger Elisa de Cremona said...

Es que soy YO, no lo puedo creer!!!! ¿serás mi gemela?
Pero yo "depatitas por Barcelona"!!!!
Te incluiré en mi blog... hermana!

2:45 p. m.  
Blogger Alvaro said...

Justamente, la vida privilegiada de los que no somos refugiados del Congo u otra cosa, la vida jodida de los que no somos millonarios, la de todo el mundo...

8:42 p. m.  
Blogger Srta. Lee ® said...

Me llegué a marear con tu recorrido del día. Al menos si algun día mi rutina llega a ser así, los enfermos que me toque en el hospital le darán variedad :P
Carpe Diem ;)

9:52 p. m.  
Blogger Nutela said...

Un par de veces trabajé así como de verdad cuando chica en una pega de mentira. Ser promotora tiene sus ventajas, pero dan lo mismo cuando se trabaja encerrada en un mall las tres semanas anteriores a la navidad. Pura rutina tóxica, que además se ve acompañada por una tortura de canciones navideñas que resultan ser sólo un disco que se repite una y otra vez. Levantarse, hacer un rostro a punta de maquillaje, sonreír, hablar de autos, seguir sonriendo. No tuve vida, sólo rutina, pero estuvo bien por un momento. Fui tan feliz cuando llegó mi cheque y me gasté mi platita. Trabajar nos hace bien de a ratos, nos sirve para darnos cuenta de lo que queremos y lo que no. Te mando fuerza no más, que ya te vas a acostumbrar un poquito, que ya te vas a reír, pensar que desde ya es material para tu blog.
Lov u!!!!!!!!!

11:02 p. m.  
Blogger Eduardo Silles said...

¿Un trabajo rutinario? Vaya. Gracias por tu consejo. Lo intenté pero no me salió bien. Lo he conseguido con Picasa y Hello. Un saludo.

11:15 p. m.  

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