lunes, 4 de octubre de 2004

Terremoto

AYÚN Sí, lo confieso. Por lo general soy de lo más fan que hay de los adivinos, tarotistas, astrólogos, videntes y demases. Me encanta intrusear en el futuro, sea lo que sea que eso sea (!!!). Es como abrir la puntita de un paquete de regalo, tocar un poco lo que hay dentro, mover la caja e imaginarse que saldrá de su sonido… Aunque es uno de mis vicios sin síndrome de abstinencia, sé que más de uno se escandalizaría si intentara hacer un recuento de mis visitas a la “consulta” de Madame Destino. Cien por ciento herencia materna, he de decir en mi defensa…

Recuerdo que no hace mucho mi mamá me tuvo como un mes persiguiendo a Alejandro Ayún. Pa’ los que no lo sepan, Ayún es un adivino –tanto tiempo conviviendo con ellos y aún no conozco la palabra “políticamente correcta”- que predijo que Zamorano no se casaría con su novia modelo Quenita la bonita, y luego se hizo de lo más famosillo y asiduo al plató televisivo. Pero el cabro tenía seso, no era un parlanchín cualquiera. Y en ese tiempo mi madre estaba alucinando con una entrevista que había salido en el The Clinic y me encargó la misión de ir a la caza de una preciada hora de consulta. Así que partí por lo facil, llamando al periódico. Mis amables coleguitas me dieron un teléfono, el de su “representante”. Luego de marcar por horas lo pillé y me dijo que estaba en su hora de comida y que mejor llamara al día siguiente. Nunca más contestó.

Otros intentos motivados por el aprecio hacia lo materno –convenientemente mezclado con un agradecimiento culposo surgido de tantas horas de tarot donadas por la generosa billetera de la doña- tampoco llegaron a buen puerto, aunque no por falta de esfuerzos. Al tipo se le repletó la consulta y nunca estaba ubicable.

Ahora me entero de que Aýun ha vuelto a ser portada de diarios. Pero no lo supe porque lo leí yo, me lo contó mi mamá. Que había salido en la tele diciendo que tal día iba a haber un terremoto. Ahora me meto a Internet y leo que dice que no dijo eso -pese a que puede predecir muy bien terremotos, acota- sino que el día en cuestión sería un día vulnerable, algo así como un día especialmente proclive a un sacudón de esos que a veces se van a pasear a un largo y angosto país…

Yo no sé qué dijo exactamente, no vi el programa.
Pero se entendió así, “tal día habrá un terremoto”.

"Bam Bam no se casará con Quenita"
Bam Bam no se casó con Quenita.
Y muchos deben haber vuelto sus ojos a la ex pareja de oro maldiciéndole que fueran prueba viviente de la pericia. Así que no quedaba más que esperar el desastre.
Porque se entendió así. Por algunos.
Entre ellos por el Lucas, aunque no supiera nada de romances futboleros.
(Lo que de paso, aclara el por qué me dedico a hablar de televisión, adivinos y el cotilleo nacional con mi madre por larga distancia)

La cosa es que al Lucas le entró el pánico. Vació los estantes y muebles varios de su pieza para no ser aplastado por un proyectil asesino y empezó a organizar nocturnas visitas a la cama de la abuela, porque el ansia no lo dejaba dormir. Se la pasaba ahí, despierto, esperando a que la tierra empezara a escupir.
Y nadie sabía muy bien qué decirle, además de lo obvio. Sólo abrazarlo y acompañarlo.


Ahora llamé y no estaba. Había ido donde mi hermano, para distraerse. Pienso en qué le voy a hablar yo para calmarle los miedos. Y tampoco lo sé muy bien, cuando lo veo mal me pongo un poco torpe, de la pura rabia. de pura impotencia ante mi finitud.

El Lucas siempre ha sido de muchas pesadillas.
Imágenes sólo de él llenando sus sueños cuando aún dormía en cuna.

Después vino la etapa del pánico a la muerte. Empezó a ahondar en eso de no existir y se desbordaba. “No me quiero morir, no me quiero morir”, empezaba a llorar en la calle, así, a pito de nada.

Estar en el dolor de un hijo es un dolor al cuadrado, y no creo que deba agregar mucho más al respecto. Pero uno sabe que debe estar ahí, sosteniéndolo, haciendo en cualquier grado, por pequeño que sea, más llevadero el momento. Cuando el Luqui tenía 5 meses le sacaron líquido de la columna para descartar una meningitis. Ahí estaba yo, una pendeja aterrorizada y que quería salir corriendo, que se fuera su llanto, que se lo arrancaran de adentro porque nunca había sentido algo así. Y la única manera de aliviar eso era, es quedándose, la única posible y deseada porque está ahí, como regalo hecho impulso.
Directo al llanto de quién más nos importa, para permanecer ahí. La redención –salvadnos oh Dios todopoderoso- está en la participación.

Partir su dolor.
Compartir.
Compañía.

Acá en España no hay terremotos. Pero no me siento a salvo. Así que hago guardia frente al teléfono, esperando que mi hijo llegué a casa mientras pienso en qué decir. No sé si encontraré las palabras mágicas. Sólo quiero que lo sepa.

Que mi corazón está en el epicentro.

5 Comments:

Blogger ultra said...

Primeramente en adivinos no creo ni pizca. Por lo mismo prefiero no creer en el destino. Si creo en complots maleficos que todo lo tergiversan y que llegan a influir en q las cosas no salgan tan como en sueños. A los terremotos tambien les tengo miedo, pero como me causan pavor como q pierdo la conciencia y casi siempre me quedo dormida. Yo tambien tenia miedo a la muerte cuando mas niña. El miedo se lo herede a Ignacio -mi hermano chico de 10- y parece que lo intangible es mas power en los niños. Si acaso sienten temblores les creo. Prefiero creerles a ellos que no manejan de fama y farandula. Manejan de ingenuidad. De saber NADA cuando lo conocen TODO. Y hablan certeramente.
Un besote enorme...

12:39 a. m.  
Blogger Nutela said...

Mi preciosa amiguita:

No puedo empezar siquiera a imaginar lo que sufres por esos lados. Pero te mando mucha fuerza y te digo que tienes un hijo genial, todo un personaje con esas preocupaciones existenciales a tan corta edad. Los temblores por este lado casi no han existido, no en verdad, te informan que hubo uno pero nunca lo sentiste. Un sábado en la mañana estaba tan, pero tan enojada que mientras caminaba de un lado al otro puteando contra el mundo ocurría un temblor, del que no me enteré gracias a mi furia.
Genial también tu historia de conseguir una hora con Ayún para tu madre. Él dijo después que jamás anunció un terremoto, era más bien una unión de energías.

7:25 p. m.  
Blogger Alvaro said...

De ayun me dieron pésimas referencias, de usted muy buenas letras y acá si tiembla es porque vivimos sobre un cinturón de fuego, pero no más que eso... tranqui

9:52 p. m.  
Blogger Roberto Arancibia said...

Rescataré de todo tu final. Porque sé que siempre vas a encontrar las palabras mágicas pàra tu Lucas, Vero. Siempre. No hay temblores chicos en ese epicentro. Son todos grandes.

3:51 a. m.  
Blogger Polilla said...

Si te digo que Lucas siempre tendrá dónde dormir y quién lo abrace cuando tenga miedo, ¿te sentirías más tranquila? Me imagino que no...
Este enano es genial; ayer le pregunto si quiere que le lleve algo y me dice "Si, tu casa y la pones al lado de la mía para que vivamos juntos. Pídele el secreto de cómo mover la casa al señor caracol".
Y lamento comunicarte que Ayún pudo haber sido bueno en lo suyo, pero ahora que es famosillo ya no sabe qué inventar. Se vendió. ¡Qué viva Rupi!!

11:20 p. m.  

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