HASTA LA VISTA BABY...
Me dejó un comment mi hermana, diciendo que a mi último post le estaban saliendo hongos…
Lo sé. Ha pasado bastante tiempo. No sé bien por qué, simplemente no me salía. Abría la página, la miraba, la cerraba. Agregaba “escribir post” a mi lista de pendientes. Le decía a quienes preguntaban “sí, luego, ya va”.
Pero nada salía porque faltaba el principio, el impulso. Las ganas de compartir.
He tenido bastante tiempo libre para sentarme al teclado, dos semanitas de ocio llenas de novedades de estreno, cargaditas de aventuras y paseos. Pero necesitaba la pausa. Y aún la necesito, y no sé por cuánto tiempo.
Así que voy a ser radical, porque no quiero deberle cosas a nadie.
Me voy, ya no escribo más. No puedo seguir siendo honesta. No puedo y no quiero hablar de las cosas que realmente me pasan, de entregar a los otros lo que en verdad me importa, lo que estoy viviendo por dentro. Ni siquiera estoy segura de por qué lo quise hacer en un primer momento. Y no tengo ganas de continuar diseccionando banalidades.
Soy una yo distinta para distintas personas, no hay forma de entregar un solo discurso. Y agota mantener la pose, ponerse el cartel, sacar profundidades de la superficie. Supongo que casi todo el tiempo somos superficie. Y supongo que ya no quiero convencer a nadie de que las cosas son así como las supongo.
Como sea, han sido grandísimos tiempos. La he pasado muy bien con todos ustedes, he sentido una cosa parecida a la amistad por personas a las que jamás les he visto la cara (al menos no en directo) y me he mantenido en contacto con aquellos a los que no les olvido la cara, con mi familia y mis amigos del otro lado del mundo.
Tal vez mañana me arrepienta, tal vez diga “pero qué tonta, sí sólo fue una blogi-crisis". Tal vez me reaparezca después con otro nombre, cuando mis cansadas patitas cerebrales se hayan detenido un rato. No sé. Lo que sí sé es que si estoy empezando algo, al menos quisiera empezarlo siendo consecuente.
Lo sé. Ha pasado bastante tiempo. No sé bien por qué, simplemente no me salía. Abría la página, la miraba, la cerraba. Agregaba “escribir post” a mi lista de pendientes. Le decía a quienes preguntaban “sí, luego, ya va”.
Pero nada salía porque faltaba el principio, el impulso. Las ganas de compartir.
He tenido bastante tiempo libre para sentarme al teclado, dos semanitas de ocio llenas de novedades de estreno, cargaditas de aventuras y paseos. Pero necesitaba la pausa. Y aún la necesito, y no sé por cuánto tiempo.
Así que voy a ser radical, porque no quiero deberle cosas a nadie.
Me voy, ya no escribo más. No puedo seguir siendo honesta. No puedo y no quiero hablar de las cosas que realmente me pasan, de entregar a los otros lo que en verdad me importa, lo que estoy viviendo por dentro. Ni siquiera estoy segura de por qué lo quise hacer en un primer momento. Y no tengo ganas de continuar diseccionando banalidades.
Soy una yo distinta para distintas personas, no hay forma de entregar un solo discurso. Y agota mantener la pose, ponerse el cartel, sacar profundidades de la superficie. Supongo que casi todo el tiempo somos superficie. Y supongo que ya no quiero convencer a nadie de que las cosas son así como las supongo.
Como sea, han sido grandísimos tiempos. La he pasado muy bien con todos ustedes, he sentido una cosa parecida a la amistad por personas a las que jamás les he visto la cara (al menos no en directo) y me he mantenido en contacto con aquellos a los que no les olvido la cara, con mi familia y mis amigos del otro lado del mundo.
Tal vez mañana me arrepienta, tal vez diga “pero qué tonta, sí sólo fue una blogi-crisis". Tal vez me reaparezca después con otro nombre, cuando mis cansadas patitas cerebrales se hayan detenido un rato. No sé. Lo que sí sé es que si estoy empezando algo, al menos quisiera empezarlo siendo consecuente.