Arrival
Sí, llegó el Lucas.
Para colmar a su madre de maternales alegrías.
Aunque ahora me corra la cara cada vez que le quiero dar un beso, y me ponga la típica mirada de "por favor, ubícate, que soy grande"...
La cosa, como era de esperar, no está nada de fácil. Y como para que no se me fuera a olvidar, ya de entrada empezaron los líos, con el equipaje de mi piojo perdido en algún oscuro rincón de Aerolíneas Argentinas (nada en contra de los ex vecinos, eh?). Después empezaron las frases estimulantes, del tipo "mmm, que grande que es esta casa" o "qué divertido, no hay TV cable", "tu internet no sirve para nada" y otras linduras por el estilo.
Anoche me declararon la guerra -tema planes futuros-, y fui atacada a las 4 de la mañana con una artillería de prendidas de luces, destapadas de pies, bufidos varios y patadas estrategicamente teledirigidas hacia la en mejores épocas venerada figura maternal. Lugar del combate: mi cama de media plaza, la que sacrificadamente se las arregla para acoger a niños enfurecidos y madres que necesitan mucho mucho dormir para después ir fresquitas como lechuguitas al trabajo.
Brrrrrrrr
Volvieron a mí nuestros pequeños gestos, nuestro lenguaje propio de miradas y silencios, los pequeños trucos y sobreentendidos. Volvió la maternidad con sus claroscuros, con sus entregas y sus delicias, con los días más llenos y más lijosos, más platos y ropa para lavar, la sensación de ya no pertenecerse de nuevo a uno mismo y un beso robado de vez en cuando para volver a colocar todo en su sitio.
Que sea lo que nosotros queramos...
Ya les seguiré contando.
Para colmar a su madre de maternales alegrías.
Aunque ahora me corra la cara cada vez que le quiero dar un beso, y me ponga la típica mirada de "por favor, ubícate, que soy grande"...
La cosa, como era de esperar, no está nada de fácil. Y como para que no se me fuera a olvidar, ya de entrada empezaron los líos, con el equipaje de mi piojo perdido en algún oscuro rincón de Aerolíneas Argentinas (nada en contra de los ex vecinos, eh?). Después empezaron las frases estimulantes, del tipo "mmm, que grande que es esta casa" o "qué divertido, no hay TV cable", "tu internet no sirve para nada" y otras linduras por el estilo.
Anoche me declararon la guerra -tema planes futuros-, y fui atacada a las 4 de la mañana con una artillería de prendidas de luces, destapadas de pies, bufidos varios y patadas estrategicamente teledirigidas hacia la en mejores épocas venerada figura maternal. Lugar del combate: mi cama de media plaza, la que sacrificadamente se las arregla para acoger a niños enfurecidos y madres que necesitan mucho mucho dormir para después ir fresquitas como lechuguitas al trabajo.
Brrrrrrrr
Volvieron a mí nuestros pequeños gestos, nuestro lenguaje propio de miradas y silencios, los pequeños trucos y sobreentendidos. Volvió la maternidad con sus claroscuros, con sus entregas y sus delicias, con los días más llenos y más lijosos, más platos y ropa para lavar, la sensación de ya no pertenecerse de nuevo a uno mismo y un beso robado de vez en cuando para volver a colocar todo en su sitio.
Que sea lo que nosotros queramos...
Ya les seguiré contando.