Días de amiguitos
El miércoles cine con Ismael, aunque llovía con furia y no le habría hecho el asco a dormir algunas horas. Siempre un gusto verlo, no sé que tiene que me cae tan bien, si nunca invita a comer a su casa y llega tarde a todas partes, aunque su acompañante de turno se esté empapando a 1500 grados bajo cero… Pero bueno, se le perdona porque está por irse (un minuto de silencio por favor), así que para allá partimos, “singing in the rain”, Ismael intentando reparar sus culpas protegiéndome de la lluvia mientras yo insistía en convencer a su paraguas de que no se incrustara en mi ojo.
Siguiendo con nuestra costumbre de ver películas livianitas elegimos “Inconscientes”, una producción española, protagonizada por Leonor Watling y el cada vez más erótico Luis Tosar, que se mete en tono de comedia perversilla en el boom del psicoanálisis de la Barcelona de principios de siglo. Bastante bien, he de decir que me reí bastante y ni siquiera me llegó a molestar el Sigmund Freud algo rechonchito que aparecía por ahí…
Anteayer se pasó Antonia por la tienda, veinte minutos antes de que acabara mi turno, así que la dejé dando vueltas por Alberto Aguilera y luego me la traje pa’ la casa, donde compartimos el ritual de la abuelita –pancito caliente, pastelillos, té- y nos faltó poco para ponernos a tejer calcetines, con los huesos pegados a la calefacción y la lengua tiesa de tanto conversar. Sin embargo, la cercanía de mi clase con el paradójico Parral me hizo interrumpir tan idílico estado para salir a luchar contra vientos huracanados y temperaturas sanguinarias, siempre incansable en la lucha del cultivo intelectual.
(jeje)
Ayer fue un día Heidi, así que olvidándome de mi drama epicúreo (perdón, quise decir pedicuro… que me duelen los pies, vamos) salimos a pasear con su recién estrenada maternidad por Gran Vía y terminamos comprando libros en La Casa del Ídem, luego de comernos una ensalada de cangrejo y gambas absolutamente repugnante (dudo que algún cangrejo o gamba se sintiera muy identificado con el contenido del plato en todo caso) y pasearnos con cara de compradoras por El Corte Inglés para usar el baño, bastante poco higiénico por lo demás.
Hoy vendí un sillón de cuero de casi 500 euros y varias cosas más. Un buen día, aunque Domitila no podía disimular su escasa felicidad y se esforzara por tenerme ocupada en la bodega (almacén para estos terruños... gente extraña, qué se le va a hacer) para que no siguiera vendiendo. Parece que hoy andaba más estresada que nunca, estábamos todos arrancándonos de ella y sus afanes didácticos. Y es que le falta poco para corregir cómo uno toma el lápiz para anotar los pedidos… Bueno, paciencia, además nada podía destruir la felicidad que sentía de sólo pensar que el lunes no se trabaja. Así que cuando llegué a mi casa me armé un porrito y me dispuse a disfrutar intensamente de la no productividad, hasta que llegó Rebeca y nos entregamos a placeres más alimenticios aunque igualmente bienvenidos. La idea es irnos más tarde donde Nadia, que se va a juntar con Julián en no sé que lugar porque toca no sé quién a no sé qué hora… y de ahí a Sala Sol, a bailar y botar tensiones, aunque semejante panorama divida mi totalidad en un alma danzarina que vota a favor del proyecto y un cuerpo laboralmente explotado que no está tan de acuerdo con eso de que lo sigan sacudiendo. Pero siento que tengo que aprovechar ahora, antes que empiece la sicopatía de diciembre. Un delicioso cóctel no apto para espíritus débiles o topos encarnados en atractivas dependientas de Eugenio Risopatrón (ejem!): trabajar de lunes a domingo (sí, leyeron bien, 31 días de corrido), turnos de más horas, con la tienda llena a rebosar y Domitila más “nerviosa” que nunca. Y la estocada final, todo esto bajo el influjo de los no menos desquiciantes villancicos que –ya estoy advertida- después no hay cómo sacárselos de encima. Pero bueno, como estoy en mi etapa del vaso medio lleno, intentaré afrontar tan duros trances con espíritu navideño. Además, un pequeño detallito… como dijo Tony: “Ay nena, por lo menos nos van a pagar un pastón”.