martes, 30 de noviembre de 2004

:(

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Tengo que presentar un proyecto de novela para mi seminario. Y estoy absolutamente bloqueada, más que por la falta de tiempo, o producto de ella, por la urgencia de poner cosas en su contexto, ordenar ideas, sensaciones e imágenes antes de tiempo.

Porque temas se me ocurren. Pero son temas aún sin digerir, sustancias recién mordidas. Bolo alimenticio en pleno proceso, que a veces se deshace en pequeños chorreos de placer, y otras se queda atragantado, perdiendo sabor y sentido. Bolo inexorable, que tarde o temprano será digerido, porque la vida es así. Todo pasa, todo se traga, todo se muere.
Todo el tiempo nos despedimos. Cada día nos tragamos un poquito más de juventud, de esperanzas, de existencia. Si trabajamos, algún día dejaremos de hacerlo, de tomar el metro X en la esquina Y, de pasar por los mismos balcones y semáforos. Si tomamos un curso, lo terminaremos, si tenemos hijos se irán. Los amigos se irán.


Y acá, en la ciudad en tránsito donde los bares salen como hongos para hacer alucinar por minutos a los melancólicos, esto último se nota con más fuerza.
Porque somos menos.
Porque nos estrechamos más. Nos absorbemos con más ahínco quizás.
Porque respiramos una existencia de paso.


Se fue Ismael. Tal vez, posiblemente, probablemente para siempre. Tal vez, posiblemente, probablemente no lo vea más. La despedida –la última de una prolífica pero agónica serie de despedidas en los más insólitos lugares y horarios- fue la más triste. Parecía una cuenta regresiva de sí misma. Aplausos que no se terminan sólo para que no se escuche el silencio.

He pasado semanas persiguiendo un gesto para un trabajo de técnicas de escritura. Algo sencillo pero poderoso, capaz de reflejar todo un mundo de historias no puestas en tinta. Ayer vi un pedacito del mundo de Ismael en una mirada. Hernán conversaba con Cecilia y Nina, ajeno al regalo de esos dos ojos que por segundos no pudieron ocultar la profundidad, el no contado relato de la amistad que los une. Fue una mirada cargada de codicia anticipatoria, si por codicia se entiende desear lo que no se tiene.

Se fue Ismael. Otros se fueron antes, otros se irán, pero son sus ojos los que se despiden hoy.
Así que… buen viaje buey! ¡Y que empiece el festival!

Ah, y sólo para aclaración propia: la idea poética 1 sería algo así como... y no hay derecho a pataleo.

3 Comments:

Blogger Barro said...

Y los de la foto, quiénes son? Se ven simpáticos(as), Los(as) podrías presentar

11:53 a. m.  
Blogger Vero said...

Bueno pues, además de la obvia... Rebeca, Ismael, Cecilia y arriba Loreto y Nadia... como ves, todos muy top, simpatiquísimos y guapos, pero por sobre todo muy muy amigos.

4:41 p. m.  
Blogger Elisa de Cremona said...

Tienes mucha razón, las despedidas dejan tan vacío, tan triste, tan solo... desde hace un tiempo que vengo padeciendo estas "soledades" y como tú, tal vez, me dedico a estudiar, a estudiar mucho, demasiado, tal vez.
Quizás eso es lo implica estar lejos de tu país y con amigos de paso, como tú.
un beso

11:32 a. m.  

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