Tres en uno, la rebaja de los post
Libros leídos este año
Partamos con algo que me gusta, los libros. Estos son los que han caído en mis fauces en los últimos 12 meses. O sea, desde que llegué aquí. En honor a la verdad, debiera ser incluido en la lista “El último don”, de Mario Puzo, que sirvió como compañero de viaje y terminó de ser zampado durante mis primeros días por estos lares. Por otra parte, si esta lista fuera alguna especie de estudio "bibliológico", debieran tenerse en cuenta ciertas salvedades:
* No todos me gustaron, aunque sí casi todos. Igual hay 3 que consideré bastante intragables, mientras otros varios me tuvieron alucinando por días…
* Algunos fueron leídos para la escuela, otros de forma voluntaria.
* Algunos los había leído antes.
* No me acuerdo de todos, algunos los saqué de la biblioteca sin saber antes de su existencia.
* No están en orden
* La lista sólo incluye libros que fueron leídos enteros.
- Momo, Michael Ende
- Un millón de luces, Clara Sánchez
- El banco de la desolación, Henry James
- Un viejo que leía novelas de amor, Luis Sepúlveda
- Hot Line, Luis Sepúlveda
- Llamadas telefónicas, Roberto Bolaño
- ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, Raymond Carver
- Catedral, Raymond Carver
- El hombre en busca de sentido, Víctor Frakl
- La Inmortalidad, Milan Kundera
- Ahora tocad música de baile, Andrés Barba
- El desierto de los tártaros, Dino Buzzati
- Los 7 mensajeros y otros relatos, Dino Buzzati
- Lo peor de todo, Ray Lóriga
- Historia universal de Paniceiros, Xuan Bello
- Nada, Carmen Laforet
- Trenes rigurosamente vigilados, Bohumil Hrabal
- Una soledad demasiado ruidosa, Bohumil Hrabal
- Wilt, Tom Sharpe
- ¡Animo, Wilt!, Tom Sharpe
- Las tribulaciones de Wilt, Tom Sharpe
- El bastardo recalcitrante, Tom Sharpe
- Pensamientos, Blaise Pascal
- El Banquete, Platón
- La República, Platón
- Antología del cuento norteamericano (selección y prólogo de Richard Fox)
- Esquema del psicoanálisis, Sigmund Freud
- Manifiesto comunista, Karl Marx.
- La lucha de clases en Francia, Karl Marx
- Los sueños y el tiempo, María Zambrano
- Bridget Jones: Sobreviviré, Helen Fielding
- Donde las mujeres, Álvaro Pombo
- La cuadratura del círculo, Álvaro Pombo
- Las ensoñaciones del paseante solitario, Jean Jacques Rousseau
- Tren nocturno, Martin Amis
- La princesa de Clèves, Madame de la Fayette
- Pequeños poemas en prosa / Los paraísos artificiales, Charles Baudelaire.
- Cancionero, Francesco Petrarca
- La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, Antonio Tabucchi
- Uno, ninguno y cien mil, Luigi Pirandello
- La loca de la casa, Rosa Montero
- Cristales, Alejandro Gándara
- Un amor pequeño, Alejandro Gándara
- Cartas de Abelardo y Eloísa, Abelardo y Eloísa.
- El dios de las pequeñas cosas, Arundhati Roy
- El caballero de la carreta, Chrétien de Troyes
- Pedro Páramo, Juan Rulfo
- El adversario, Emmanuel Carrère
- Metáforas de la vida cotidiana, Mark Johnson y George Lacokff
- Werther, Goethe.
- Utopías del renacimiento, Moro / Campanella / Bacon
- Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Friedrich Nietzsche
- Cumbres borrascosas, Emily Brontë
- Desgacia, J.M. Coetzee.
- El halcón peregrino, Glenway Wescott
- Una tumba, Juan Benet
- Eleazar, Michel Tournier
- Reencuentro, Fred Uhlman
- El respeto, Richard Sennett
- Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt
- El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad
- Victoria, Joseph Conrad
- El existencialismo es un humanismo, Jean Paul Sartre.
- ¿Es real la realidad?, Paul Watzlawick
Las teorías y opiniones del Lucas acerca del proyecto de su estadía acá
- Vamos a ver, hay algo que yo no entiendo. Si acá están mi abuelita, mi papá, mis primos, mis amigos del colegio, mi futuro hermanito y mis tíos, ¿por qué me tengo que ir a ese país, donde sólo hay una persona?
- Porque es tu mamá Lucas.
- Ya. Pero sigue siendo sólo una persona. Cuando mucho vale por dos.
Aventurillas madrileñas
Hace mucho que no paso la noche de largo con mis amigos, sólo para terminar bañándonos al amanecer en un lago que incluía hasta cocodrilo propio –según algunos- y desayunando churros en un pueblo cualquiera mientras más de uno intentaba secarse el pelo en las maquinitas del baño. El trabajo deja poco espacio a las “aventuras”, entregados en cuerpo y algo parecido al alma a la aventura del subsistir. Y al hundirme en la rutina que inexorablemente impone, algo en mi se niega a tener ganas de movimiento los días socialmente señalados para ser libre, loca y exploradora. Así que de peripecias poco que contar en verdad, mis ultimas –y espaciadas- salidas han terminado todas en un incontenible deseo de abrazar a mi almohada, y lo más temerario que he hecho en el último tiempo ha sido fugarme una hora antes del trabajo un día que estaba enloqueciendo, aprovechando el caos de los turnos que hubo para Reyes.
Sin embargo, en algo estaba pensando cuando primero se me ocurrió escribir este post. Y no era en la aventura de eliminar los alimentos no identificados adheridos al fondo de mi congelador.
Voy a ver si me acuerdo…